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Rawa-Jasinski Julio Ricardo

Rawa-Jasinski Julio Ricardo

Julio Ricardo Rawa-Jasinski nació el 3 de enero de 1953. Estudiante de Derecho, fue secuestrado en Capital Federal el 12 de agosto de 1977 y está desaparecido desde entonces.

[Carta]

QUERIDA MADRE:

No siempre recurrí a este método para comunicarme contigo. Razones hay, tanto objetivas (vivíamos juntos, nuestras vidas eran más simples), como subjetivas (mi natural introversión, falta de rumbo claro a seguir, inestabilidad en las ideas básicas, etcétera).

Sé que en otras épocas tuve comportamientos liberales y hasta caprichosos. Fui creciendo con altibajos en mi formación, pero siempre hubo una base firme, indestructible: la honestidad que me enseñaste a ejercer en cada momento de la vida, la imposibilidad de aprovecharse del más débil o, resumiendo, tratar de ser un ejemplo moral donde fuera que estuviésemos.

Más que tu palabra serena, enseñó tu actitud humana. No menciono todo esto como agradecimiento, porque parecería decir que ese ciclo de tu influencia terminó, lo cual no es cierto. Te hago estas reflexiones, porque nunca antes te las había dicho, porque son las mejores deudas que puede tener un hijo o simplemente para que veas qué cerca te llevo.

Yo sé que estás muy preocupada por mí. Sé de tu cotidiana angustia, de tu infatigable temor por mi vida. Lo sé de todos aquellos que por algún motivo u otro me tienen cariño. Tengo presente esta situación, y en modo alguno es sospechable de indiferencia. Me duele tu preocupación y la de ellos porque la siento, en todas sus partes, absolutamente correspondida; y porque me parece lógica e ingobernable, corrosiva y constante, es que muchas noches tardo en conciliar mi sueño tratando de imaginar cómo podría ser todo distinto.

Dice un poeta: “Uno no siempre hace lo que quiere, pero al menos tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”.

Vos sabés que yo no quiero herir a nadie, modificar tus sentimientos por la fuerza y menos aun favorecer que mi vida actual acarree inseguridades para ustedes, a quienes libro –y sirva este papel como testimonio– de cualquier responsabilidad sobre mis actos.

Pero hoy, madre, superando la lucha interna diaria que esta situación me provoca, quiero que sepas que mis pensamientos están firmes en algo: yo no puedo volver a vivir en la indiferencia, ni quiero sucumbir ante la rigurosidad del camino. Voluntaria y conscientemente, yo no me lavo las manos. Yo me voy del lado de aquellos que venden su alma a un precio que avergonzaría a Fausto.

Vibra en mis venas una militancia que todo lo alimenta.

Y porque amo la vida, saldré a pelearla en cada fábrica, en cada villa, en cada escuela, junto a los míos, hasta que el tiempo multiplique este pequeño intento en miles de corazones.

Es la única justificación que tengo hoy frente a mi tierra. Un beso, el mejor, de quien siempre será

tu hijo


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